Enfoque sistémico-cognitivo del éxito y fracaso


Segunda parte: 

Aprender a identificar las bifurcaciones 

En nuestra nota anterior dejamos planteada una pregunta quizás difícil de responder pero que debiera introducirnos a la comprensión y descubrimiento de nuestra capacidad para identificar los propios puntos de bifurcación. Todo el acontecer de la vida humana está signado por la ecuación éxito-fracaso como un proceso transversal que recorre el trayecto de la vida desde la niñez hasta la madurez. Conviene aclarar que nos estamos refiriendo a la sensación de éxito o fracaso, independientemente de qué la provoque, pues lo que para algunos el progreso económico constituye un éxito, para quienes colocan la sensación de éxito en valores superiores, no es más que un simple medio. Igualmente, lo que para unos constituye un fracaso en una determinada área de la vida, no lo es para quienes colocan tal concepto en otras áreas o valores. 

Aunque no nos ocuparemos aquí de la cuestión del contenido axiológico del éxito y fracaso, dado que tendríamos que incursionar en un tema específico de la filosofía, consideramos que el enfoque sistémico-cognitivo de dichos términos debe ser resuelto dentro de la dinámica general (sistémica si se quiere) de la vida personal, pues conllevan y provocan situaciones de discontinuidad y bifurcación. Así, y salvando el contenido axiológico, el beneficio de una fortuna recién heredada discontinúa el estilo de vida del beneficiado, de igual modo como la pérdida de capital lo hace en quien la padece. En ambos casos, estará siempre en juego un proceso de discontinuidad, relacionado con el modo como los involucrados harán posible su adaptación ante las bifurcaciones emergentes. De allí que el enfoque sistémico-cognitivo del éxito-fracaso no puede soslayar el proceso pedagógico de adaptación a los nuevos eventos. 

Pues todo ello sólo será posible si el sujeto decide un aprendizaje, dado que tanto las situaciones afortunadas como las hostiles requieren adaptaciones abiertas por la vía de nuevos conocimientos y habilidades. Clausurarse en el dolor del fracaso no es más que una adaptación cerrada por ausencia de aprendizaje. De manera similar, clausurarse en el goce y deleite de un éxito obtenido es otra versión de la adaptación cerrada. 

Decimos adaptación cerrada porque clausura, inhibe e inmoviliza (sea por entumecimiento mental ante el dolor o por relajamiento y desmesura ante el placer) la capacidad de intercambio y de autonomía del sujeto frente a su entorno próximo y remoto. Esto explica por qué quienes experimentan los eventos éxito-fracaso sin estar preparados para decidir aprender de las nuevas condiciones, suelen presentar disfuncionalidades en el comportamiento frente a los demás. 

A modo de ejercicio de aplicación, si tratamos de observar e identificar situaciones vividas en el pasado y que generaron consecuencias en nuestra vida personal, podríamos discriminar situaciones de impacto negativo y de impacto positivo. Una vez realizado ese listado, recordar y anotar la manera como procedimos a la resolución de las bifurcaciones, cuáles fueron bifurcaciones progresivas y evolutivas (que permitieron un nivel de progreso) y cuáles las bifurcaciones regresivas (que generaron decadencia por falta de resolución evolutiva de la bifurcación). Esta ejercitación podría introducirnos al conocimiento, por vía de la experiencia vivida, de un concepto sistémico de alto valor pedagógico y comprobar nuestra capacidad y habilidad para comprender y optimizar cada punto de bifurcación que a diario nos suceden.



Dr. Augusto Barcaglioni


(Agradeceremos contestar la breve encuesta semanal, ya que una simple tilde nos permitiría aproximar nuestras notas y reflexiones hacia los 
temas más sensibles y críticos)


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